lunes, 10 de diciembre de 2012

Disparadores


Por Grego

Un disparo acertado provoca una herida.
 Usemos nuestros disparadores, (palabras-acciones-gatillo) para impactar.
¿Porqué? Porque (como a través de la literatura o la música) necesitamos  decir algo que no se puede decir de otra manera. Lo que se impactan son cuerpos; la conformidad, el acuerdo total, la estabilidad, no duelen. Pero hay cosas que tienen que dolernos, porque nos pegan en el cuerpo y nos obligan a movernos para un lado o para el otro.
 La modernidad nos  recomienda sentirnos bien, nos recomienda rechazar lo bajoneánte de un poeta herido, de un cantante sombrío, de un rebelde solitario.
Por eso repito: hay cosas que tienen que dolernos. Lo peligroso es que no lo hagan.
Necesitamos disparos, necesitamos de los impactos, necesitamos ser capaces de darnos cuenta de que hay vacíos tan grandes y tan profundos (que sin darnos cuenta nos acostumbramos a  rodear), que tienen que ser atravesados por más que duelan.
Y sí. Los aventureros que puedan llegar a saltar y presten su cuerpo al dolor que implica llenar esos vacíos van a sentirse raros.
 Raros como caracoles con plumas.






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