Soy antropóloga. Desde que comencé
a estudiar esta carrera, con esas ideas absurdas de excavar homínidos en Africa,
o de desenterrar la perdida Pompeya o dedicarme a la arquitectura ecosustentable
en el medio de la Amazonía brasileira, mis intereses han madurado tanto como
yo. Por esas idas y vueltas de los laboratorios del subsuelo del Museo de La
Plata, entendí finalmente que lo que me apasionaba era la arqueología
histórica. Ahora sabía que sería una antropóloga que se dedicara a excavar
sitios antiguos, juntar cerámica y leer documentos en sepia. La indecisión
estaba resuelta. En esos recortes que te
plantea la disciplina cada vez que te relacionas más y más con ella, mi tema de
estudio sería la cerámica. Entonces, la duda que me surgió fue cómo hacer antropológia
desde ahí? La pregunta, sin embargo, parecía ser las misma tanto para el pasado
como para el presente. Acaso no me interesaban abordar relaciones sociales
desde la materialidad y espacialidad de los objetos? No se trataba de
comprender cómo las personas manipulaban el barro? Y eso en relación con qué? En
relación con los contextos de aprendizaje de un/a alfarera/o con su familia, en
la forma de expresar lo aprehendido a través de un objeto construido por las
propias manos. ¿La forma de hacer nace
con uno? Más bien, todo lo contrario. Hacer, fabricar, “construir” implica
elegir, perseverar, imprimir, elaborar, experimentar en un espacio determinado.
Y esa cerámica que llegó hasta mí
convertida en pequeños fragmentos no era de un artesano. Era de muchos
artesanos, de distintos orígenes, con distintas historias, distintos
aprendizajes. Sus experiencias confluyeron, casi sin pensarlo, en una de las
primeras ciudades fundadas en lo que hoy es nuestro país. Hoy entiendo que NO
abordar ese contexto de convivencia sería tal vez el ERROR más importante de todos.
Ese momento histórico, allá por el siglo XVI, se caracterizó por enfrentamientos,
diferencias, extrañamientos, encomiendas. Es decir, en este lado del mundo, y
luego del choque de varios barcos con un continente ya poblado, estaba configurándose
lo que los pensadores en la actualidad llaman La Modernidad. Y en la lectura
crítica de los documentos, pueden rastrearse, entre tantas otras cosas, las
atrocidades producidas con una minoría sobre otra gran mayoría étnica y de la
forma más naturalizada. Cómo no reparar en eso, entonces? Acaso estas
situaciones, las que encuentran su origen en estos contactos, no se mencionan constantemente
en medios independientes, cuando tanto oficiales como no oficiales hacen oídos
sordos? Hoy pienso en Rincón Bomba, en La
primavera, Ledesma, los asesinatos del MOCASE, el joven humahuaqueño asesinado
meses atrás porque gente ávida de tierras YA ocupadas, reclamaban sobre su
lugar familiar-ancestral…
Entonces, e insisto, no sucede algo que ya
sucedía antes? entender los procesos
sociales del pasado, no nos permiten comprender la sociedad en la que vivimos
hoy y desde ahí, obrar en consecuencia? Cuantas veces lees a diario “coloniaje,
colonia, colonialismo”?
Si, a veces - no muchas a decir
verdad- creo que soy afortunada. Pude acceder a una beca de investigación, la
cual me permite trabajar y cursar esos
cursos caros que de otra manera no podría hacerlos. No me considero vendida por
ello. Tengo perfectamente claro que esto es fugaz, como todo. No percibo sueldo
sino “estipendio” y la mayoría del tiempo lo invierto en llenar formularios y
burocracias, tan lentas como una tortuga (aunque la de Mafalda es mucho más
graciosa…aunque a veces no tanto!).
Entendí también que la mejor
manera de trabajar es aprendiendo. Y encontré en el uso del barro una
canalización a muchas preguntas que de otra manera no podría responderme.
Muchos han sido maestrxs en estos años, ya sean docentes, ya sean lxs compañerxs
con los que comparto horas de talleres, mates y experiencias. Tal vez cuando la
suerte académica se agote, me habrá quedado para mi un oficio que no se consigue
en las aulas de las universidades.
Y cuando ese día llegué no seré más
antropóloga? O, como esa especificidad propia de la atomización del que “hace
ciencia”, no seré más arqueóloga?
Acaso que define a un antropólogo?
Su inserción disciplinar en una estructura? Su lugar de “trabajo de campo”? no
es ese la sociedad?. Dejo de ser
antropóloga cuando me pongo mi uniforme de guía de museo y salgo a recorrer las
salas con los niños de escuelas primarias? O cuando me paro frente a un curso y
enseño biología? De ninguna manera. Si algo nos queda del paso por las largas
cursadas de la carrera es la forma de increpar al mundo, la forma de preguntar,
de cuestionar, de indagar, y eso se lleva con uno en todo espacio que uno
transite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario