viernes, 22 de febrero de 2013

Con marca de clase

Por María Eugenia Martins


Tantos por qués al ver tanta desigualdad. La diversidad se acepta y se celebra, se muestra y se reconoce. Hacemos de ella un bien de nuestra época. Pero la desigualdad como causa.... la desigualdad sigue negada, oculta en su más deslumbrante visibilidad. La diversidad exhibe la diferencia, la desigualdad la encubre. 
Tanta desigualdad disfrazada de diversidad. Tanta diferencia agasajada cuando nos es lejana y exótica, un bien de consumo. Tanta diversidad y desigualdad como aperitivo del snobismo. Tanto historia milenaria como patio de atrás. Sólo la diversidad no nos explica.
Desigualdad y diversidad nos definen, nos moldean, nos atraviesan y sacuden. La escuela es terreno fértil de ambas.  



  "La ceguera ante las desigualdades sociales obliga y autoriza a explicar todas las desigualdades, especialmente en materia de éxito escolar, como desigualdades naturales, desigualdades de dotes. Semejante actitud está implícita en la lógica de un sistema que, por reposar en un postulado de igualdad formal de todos los alumnos –postulado que es condición previa de su funcionamiento- está incapacitado para reconocer otras desigualdades que las que provienen de las dotes individuales. Tanto en la enseñanza propiamente dicha cuanto en la selección de los que se muestran aptos, el profesor no reconoce más que alumnos iguales en derechos y en deberes” (Bourdieu y Passeron, 1973, 101). 



"Es lógico pensar que los hijos de clase social alta estén en ventaja en el sistema escolar, porque ellos ya están inmersos desde su entrada en él en la cultura dominante; mientras que los hijos de clases dominadas sufren en la escuela una aculturación a una cultura distinta a la suya propia, lo cual les exige un esfuerzo de adaptación y asimilación". (Bourdieu y Passeron, 1973, 101). 


“La cultura de la élite está tan cerca de la cultura de la Escuela que el alumno que procede de un medio pequeño-burgués (y a fortiori si procede de un medio campesino u obrero) no puede adquirirla sino a base de un esfuerzo continuado, mientras que a un alumno de clase culta…le vienen dados por su posición social. De modo que para unos, el aprendizaje de la cultura de la élite es una verdadera conquista que se paga a un precio muy alto, mientras que, para otros, constituye una herencia que comporta, al mismo tiempo, la facilidad y las tentaciones de la facilidad" (Bourdieu y Passeron, 1973, 51).

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